Jorge Amarilla es ante todo un hombre positivo que prefiere ver las cosas buenas de la vida tolerando las malas con humor. Es como si frente a los avatares de la vida adoptara una postura de ironía.
Argentina
Es argentino, nació hace cuarenta años en el tradicional barrio de Almagro de la capital Buenos Aires, “arrabal” -como dicen ellos- representativo de la etapa en que los suburbios aledaños se fueron integrando a la ciudad mientras crecía hacia fines del siglo XIX y los inicios del XX. Ahora se puede decir que está en la zona centro de la gran ciudad.
¿Cómo llegó a México?
Llegó a México hace casi cuatro años y la historia que lo trajo tiene algo de entrañable, tal vez impregnado de romanticismo por sus íntimas implicaciones.
Cuenta que desde pequeño escuchaba a su padre hablar de México en términos cordiales, despertando en él deseos de conocer, tal vez primero por curiosidad y después por interés, como es normal; incluso en casa se escuchaba música de México.
Con el paso de los años el interés preliminar, quizá temprano, se fue incrementando paulatinamente hasta convertirse en franca inclinación.
Según sus propias palabras “la cultura mexicana se metió en mi sangre”, hasta que en un momento decisivo tomó la determinación de dejar atrás una etapa de su vida para ir a radicar a un país distinto al suyo: México.
Emigrar como resultado de un auténtico acto voluntario no supone en apariencia una presión, aunque en la intimidad probablemente pueda involucrar sentimientos encontrados por lo que significa.
Sin embargo, si acaso enfrentó aprensiones de conciencia fueron superadas, lo que queda plenamente demostrado por su estancia en el país.
Clichés de México
Arribó con un poco de temor a causa de lo que pregonan ciertos medios ávidos de divulgar noticias sensacionalistas, por no decir “amarillistas” en su pretensión de acaparar la atención del auditorio: que México es muy peligroso; que hay muchas balaceras; que todos son delincuentes o narcotraficantes; no se puede caminar sin que te asalten o te maten.
Choques culturales
Pero ignorando las malas referencias Jorge vino, y cuando llegó estaba realmente muy emocionado y se desprendió del miedo de inmediato.
Por ahora aún transita por la etapa de total adaptación y ha tenido que enfrentar algunos “choques culturales” que por fortuna ha sabido procesar, aprendiendo cada día algo nuevo de la cultura y las costumbres mexicanas, entre ellos el uso del lenguaje, la comida, la dinámica de la ciudad, el carácter nacional y hasta el sentido del humor.
No le incomoda que le den el trato de extranjero porque en realidad no se siente en desventaja en ese aspecto, es decir, lo tratan bien o mal como a cualquier persona al margen de su nacionalidad. La verdad es que han sido muy amables y se siente agradecido.
Alterna su actividad profesional entre el turismo y la actuación, y con énfasis recalca que sus proyectos a futuro contemplan como base el permanecer en el país que decidió adoptar como su hogar.
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