Lisandro es un joven carismático que vino a México en busca de un lugar donde establecerse para continuar su vida y progresar, un lugar con oportunidades que lo recibiera y le ofreciera un buen ambiente, tranquilidad, modernidad y paz social.
¿Por qué México?
Eligió México por varias razones: porque su padre vive aquí desde hace veintiún años, porque lo que sabía de la cultura le llamaba la atención, por el idioma, por la cercanía y también para probar. No se arrepiente, la ha pasado bien y ya no piensa regresar a su país, al que recuerda con amor y con respeto.
Nació en la provincia de La Habana, por supuesto en Cuba, y llegó a México hace seis años (poco después de haber terminado sus estudios), de los cuales vivió los dos primeros en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, y los más recientes cuatro en la Ciudad de México.
Es Ingeniero en Sistemas y trabaja en la Secretaría de Agricultura en el departamento de Tecnología, específicamente en el área de programación.
¿Choques culturales?
Lo que primero le impactó de esta ciudad fue el tráfico vehicular y la enorme cantidad de gente; ha calculado que en el valle de México (la ciudad y los municipios mexiquenses conurbados) hay el doble de la población total de Cuba (algo así como 11,500,000 de habitantes), y no estaba acostumbrado a esas multitudes.
No entendía la afición del mexicano al chile y a la comida picante, lo consideraba masoquismo, hasta que un poco de forma accidental empezó a comerla y a tomarle el gusto.
Ahora compara y concluye que le gusta más la comida mexicana, en especial el guacamole y los esquites, aunque no deja de recordar la comida de su tierra. Asimismo le asombraba la capacidad del mexicano a la hora de beber; se decía que debían de tener dos hígados para aguantar y al día siguiente continuar bebiendo.
Considera al mexicano buen amigo, excelente anfitrión, amable con el extranjero, cordial y siempre dispuesto a prestar ayuda a quien la necesite.
Le costó adaptarse al acento del idioma y a las palabras cotidianas que se usan en el día a día; su acento cubano siempre es reconocido y los amigos le preguntan y bromean.
Vida en Cuba
La vida en Cuba es muy tranquila, apacible, y la gente es buena y amistosa. Viajar a Cuba es como remontarse cincuenta años al pasado, por la arquitectura, por los modelos antiguos de los autos, por el colorido de “La Habana Vieja”, por el pintoresco malecón y por el morro. Se respira un aire del pasado. La cubana en realidad es una sociedad cálida y abierta.
El cubano es muy directo y tiene una forma de hablar un poco autoritaria, como utilizando un tono de lenguaje militar.
No se usa tanto como la gente piensa el vocablo “chico”, en cambio se usa el “asere” que equivale al “güey” del mexicano. La mujer cubana es muy apasionada y expresiva; es posesiva y temperamental.
Recomienda a quien viaje a Cuba evitar cualquier contacto con sustancias prohibidas porque en la isla es un delito muy penado, tratar con respeto a la autoridad y abstenerse de hablar de política.
De Cuba extraña algunas cosas, a su mamá, a su hermana y a unos cuantos amigos.
Por el momento no piensa en regresar a Cuba, sus planes a futuro son permanecer aquí, formar una familia, crecer profesionalmente y seguir conociendo más y más. México tiene una magia especial que atrapa.
Una respuesta a «Cubano en México»
Cómo contacto a Lisandro? Tengo muchos amigos cubanos pero la mayoría siguen en Cuba