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Panameña en México

Katherine Boyce es una panameña muy alegre que goza de la vida y que se complace en proyectarlo a través de su cadencia contagiosa, de su sonrisa y de su actitud que esparce destellos de vitalidad.

Nació en la ciudad de Panamá, capital de su país con poco menos de un millón de habitantes que tienen la fortuna de disfrutar durante todo el año de un clima cálido y soleado, de centros culturales, de parques y paseos y de una vida nocturna muy activa que incluye centros nocturnos y casinos; y por si esto fuera poco, de una gastronomía local e internacional de probada calidad.

¿Por qué llegó a México?

Katherine vino por primera vez en el año de 2015 por una invitación a un evento relacionado con su actividad, y la consecuencia de su breve estancia fue que se impresionó de la infinita variedad de “universos” que México ofrece a la percepción de una mirada sensible que es capaz de discernirlo.

Desde entonces se ha dedicado a ir y venir constantemente y con el tiempo ha ido conociendo más en general: más ciudades, más de la cultura que considera extremadamente rica, de las costumbres, de la cocina, de la música y el arte, de los modismos de la lengua y desde luego de la gente, que siempre ha sido muy amable porque el mexicano trata bien al extranjero. Es de naturaleza hospitalaria.

¿Qué sabía de México?

Conocía de México a través de las telenovelas que acostumbraba ver de niña, y se decía que “tenía que visitar esos lugares” para verlos de cerca y con sus propios ojos, ignorando las malas referencias que muchas veces divulgan las noticias.

Se hablaba de la inseguridad, de la pobreza, de la desigualdad y del racismo, pero pensaba que todo era muy exagerado porque en todo el mundo existen realidades negativas que se alternan con las positivas.

Le gusta mucho viajar, es una especie de pasión sólo comparable con la de apreciar la vida, y ha vivido temporadas en Estados Unidos y visitado otros lugares. 

Actividad profesional

Maneja una agencia de marketing digital y comunicaciones en Panamá, administra una cuenta en redes donde abarca contenidos varios, y tiene planeado incursionar en ámbitos del arte aún no ensayados hasta ahora. 

Como es de suponer le causaron gracia los modismos mexicanos en el habla diferentes a los suyos, pero poco a poco se ha ido acostumbrando y ahora ya domina por igual las expresiones locales panameñas y las mexicanas. 

Le gusta la comida mexicana y no se atreve a compararla con la panameña; le gustan ambas, y en cada una tiene sus platillos predilectos. 

Asegura que el racismo no existe en Panamá y dice que en México ha visto actos de clasismo aunque no de racismo como tal. Sin embargo, las experiencias que ella misma narra son claras manifestaciones de racismo.

De Panamá extraña sobre todo a su mamá, la recuerda con cariño y con algo de nostalgia, y entre sus proyectos a futuro está el de regresar a Panamá en algún momento de su vida.

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